lunes, 9 de febrero de 2009

Lesbiana tú eres, entre todas las mujeres

The L Word es la primera serie sobre lesbianas de la televisión, y después de cuatro temporadas sigue acumulando adeptos heterosexuales.




Sí, es verdad: todas las lesbianas de The L Word son guapas, y ésa ha sido siempre la primera crítica purista sobre el producto. Pero también son guapos todos los náufragos de Lost, y todos los médicos residentes de Grey's Anatomy, y todos los perros de 101 Dalmatians, cuando en la vida real los náufragos, los perros y sobre todo los médicos son más bien feos y tienden a oler muy mal.

En general, la enorme mayoría de los actores y actrices (y canes) de las series son gente vistosa, no importa cuál sea su identidad sexual. ¿Por qué los creadores de The L Word iban a poner entonces lesbianas horribles, como todas las que conozco en la vida real? ¿Con qué fin?

También es verdad, dirán algunos, que la única exponente heterosexual femenina de la serie (Kit, interpretada por la gran Pam Grier) es más bien fea tirando a camionero peruano, y que los poquísimos hombres que aparecen en pantalla son el tópico del macho cobarde, del novio manipulador, del padre borracho, o del marido cornudo. Bueno, sí. Todo es cierto. Pero supongamos que han querido hacer una obra desde la mirada lésbica, donde (imagino, pues no soy lesbiana) los hombres debemos ser algo así de espantoso, con la excepción honrosa de Miguel, el tío de Bimba Bosé.

Pero no quiero hablar sobre esa cuestión, sino sobre otra más importante: la serie es buenísima. Comencé a verla hace unos años solamente por la posibilidad (certera y abundante) de que aparecieran chicas dándose besos con chicas, que es la tercera cosa que más nos gusta a los hombres después del fútbol y rascarnos. Pero desde la segunda temporada comenzó a haber menos sexo lésbico y más historias —menos teta y más trama— y sin embargo me quedé con ellas, porque las historias y los personajes funcionan muy bien.

La serie se emite por Showtime (la segunda mejor cadena de pago después de HBO) y vio la luz —con bastante revuelo de la Iglesia y otras empresas de gente disfrazada— en enero de 2004. En marzo de este año acabó la cuarta temporada, y se prepara la quinta para los inicios de 2008. Cada una tiene doce capítulos de una hora. Y con eso alcanza para tenernos contentos.

The L Word es la historia de un grupo de entre cinco y ocho mujeres (a veces más) que viven con cierto lujo en Los Ángeles, y tienen problemas y los solucionan como pueden. No está allí la riqueza de la trama, sino en las pequeñeces de la rutina con el espectador. Con el tiempo, sus creadores han sabido darle forma a todos los personajes principales y se logró algo bastante atípico: que nos encariñásemos con ellos.

El regreso, cada año, de The L Word, es una fiesta sencilla para nuestros ojos, una cita sin demasiados aspavientos. La serie se hace un lugar entre las cosas que queremos ver una noche a la semana. Y el día que no estén, supongo, las chicas guapas que se besan entre ellas se echarán de menos en nuestros sofás.

Fuente: El Pais

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